Monday, March 04, 2013

micro encuentros

Hace exactamente una semana, andaba apresurada por una calle peatonal del centro de la ciudad donde vivo. LLegaba un poco ajustada a una cita con el Sr. Wilson. Mis pies iban a 1.000 por hora y mi cabeza, a unas 5.000 revoluciones por minuto. De repente, entre la gente que iba sorteando, apareció uno de esos chicos que se afanan en captarnos para formar parte de ONGs.

Me interceptó a la voz de Se te ha caído un minuto mientras señalaba con su dedo índice un área imprecisa detrás de mí; instintivamente, miré a mis espaldas para buscar en el suelo aquello que suponía acababa de perder.  Cuando mi acelerada cabeza consiguió procesar sus palabras, una gran sonrisa se dibujó en mi cara, amplia y espontánea, sonrisa a la que el joven contestó con un ¡Mira qué sonrisa más bonita, párate un segundo conmigo!. El piropo no consiguió captarme para su causa pero el fugaz momento me mantuvo sonriendo hasta la entrada del cine. Y más allá.

Este mini encuentro me hizo recordar otro similar acontecido unos meses antes a la puerta de una cafetería no menos céntrica. Andaba yo ensimismada en mis pensamientos cuando una chica parada frente a aquel bar me espetó un Todas las que visten de verde, entran a tomar un café aquí. Tal aseveración hizo que me mirara al ombligo y me diera cuenta de que llevaba puesta aquella gabardina verde esmeralda que tanto me gusta. Inmediatamente rompí a reír, mi reacción hizo que hasta ella se riera. En esta ocasión, la promoción callejera tampoco funcionó, simplemente, porque aquel local me traía demasiados recuerdos no porque su simpatía no me hubiese dado ganas de entrar.


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